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No tenemos una crisis alimentaria, sino una crisis de desperdicio de alimentos – Sudáfrica
Si quieres saber cuánta comida se desperdicia en el mundo, Internet es tu amigo.
Puede hablarle de la granja de Estados Unidos (EE.UU.) que desecha al menos una cuarta parte de sus patatas por ser demasiado grandes, demasiado pequeñas, demasiado feas o del color «equivocado». O sobre cómo los residuos alimentarios son responsables del 8% de toda la contaminación.
Si nos quedamos en Estados Unidos, porque es un microcosmos bien vigilado de un problema global, además de albergar la mayor montaña de basura del mundo, los fabricantes de alimentos generan 55 000 toneladas de residuos al día al recortar la piel, la grasa, las cortezas y las cáscaras comestibles.
Imagínese estar a bordo de la Estación Espacial Internacional y ver cómo un siniestro invasor extraterrestre aspira a poner en órbita billones de dólares cada año: eso es lo que hace el desperdicio de alimentos.
Incluso en África, donde viven muchas de las personas más hambrientas del mundo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación afirma que la cantidad de alimentos desperdiciados podría alimentar a otros 300 millones de personas.
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#Consciouscapitalism: El nuevo imperativo para los fabricantes de alimentos y bebidas
El mundo tiene la oportunidad de reiniciarse en una posición más saludable, sostenible y equitativa después de la COPIA-19. Está por ver si aprovechamos este valioso respiro de nuestra trayectoria anterior al virus.
Todas las facetas de nuestra existencia humana se ven afectadas, quizá no directamente por este coronavirus en particular, pero sí por el bloqueo resultante de la economía mundial. Aunque no puedo opinar sobre otras industrias, puedo decir sin lugar a dudas que los sectores de fabricación de alimentos y bebidas tienen que cambiar.
La forma actual de producir la mayor parte de nuestros alimentos y bebidas es perjudicial para los seres humanos, el reino animal y el planeta en su conjunto. Muchos de nuestros procesos actuales se diseñaron en la época de la revolución industrial. Utilizan sólo una fracción de la nutrición disponible que esencialmente necesitamos para funcionar de forma óptima, son caros de operar y generan grandes cantidades de residuos.
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